La transferencia de embriones congelados ha aumentado mucho la última década gracias a las mejoras técnicas de la criopreservación y al aumento de las tasas de embarazo tras un ciclo de fecundación in vitro. Sin embargo, la transferencia de embriones congelados se ha asociado con mayor riesgo de desarrollar trastornos hipertensivos del embarazo (preeclampsia). ¿Por qué? ¿Es posible evitarlos? Nos lo cuentan Aina Borrás, especialista en medicina reproductiva de FIVclínic, y Narcís Masoller, experto en medicina maternofetal y consultor de la unidad.
La clave: el cuerpo lúteo
Las razones por las que se asocia la transferencia de embriones congelados con un riesgo superior de preeclampsia no están claras. Estudios recientes sugieren que el hecho de preparar médicamente el útero para recibir el embrión evita que se forme el cuerpo lúteo como ocurre espontáneamente después de cada ovulación. Esto podría ser, al menos en parte, responsable de este riesgo incrementado.
En el proceso de transferencia de embriones congelados, el útero se prepara mediante la toma de diferentes hormonas (estrógenos y progesterona) y no se produce una ovulación normal, por lo que el cuerpo lúteo está ausente.
El cuerpo lúteo, durante un ciclo normal, no solo produce estas hormonas, sino que también produce otras sustancias (relaxina y el factor de crecimiento endotelial vascular entre otras) que parece que tendrían un efecto sobre los vasos sanguíneos del útero. Estas sustancias no se producirían en un ciclo preparado médicamente. Esto podría tener un impacto relevante en la implantación del embrión y la formación inicial de la placenta.
¿Preparación hormonal o ciclo natural?
Independientemente de esto, los datos que tenemos hasta el momento muestran que la probabilidad de embarazo es la misma, tanto en ciclos de transferencia de embriones congelados con preparación hormonal como en ciclo natural. Por otro lado, a pesar del uso generalizado de los ciclos de embriones congelados, aún no existe un protocolo óptimo único para preparar el endometrio.
Se están llevando a cabo más estudios, pero se considera que, si estos hallazgos se confirman, la transferencia de embriones congelados mediante ciclo natural podría ser preferible a los ciclos con preparación con hormonas del útero, siempre que sea posible.
¿Qué es exactamente la preeclampsia y cuáles son sus causas?
Centrándonos en la preeclampsia, hay que saber que es una complicación grave del embarazo. Se caracteriza por presentar una presión arterial alta junto con signos de daño en otros órganos, especialmente en el riñón y el hígado.
Aunque no se conocen exactamente sus causas, la preeclampsia parece tener su origen en una mala formación de la placenta desde fases muy precoces de la gestación, durante la implantación embrionaria y pocas semanas después.
¿Qué consecuencias tiene la preeclampsia para madre y bebé?
Esta enfermedad aparece a partir de las 20-22 semanas del embarazo y puede presentarse con diferentes grados de severidad afectando tanto a la mamá como al futuro bebé. La embarazada presentará tensión arterial alta, alteración de la función del riñón o el hígado. Y, en los casos más graves, afectación neurológica con presencia de dolor de cabeza o convulsiones.
En el bebé, la mala función de la placenta provocará problemas en el crecimiento fetal (retraso de crecimiento intrauterino) durante la gestación. Es frecuente que en el momento del nacimiento, los recién nacidos presenten peso menor al esperado.
¿Cómo se detecta? ¿Se puede prevenir?
Cuando se detecta una preeclampsia durante la gestación, la embarazada requerirá un control muy estricto tanto de la evolución materna como del desarrollo fetal. En los casos más graves, requerirá el ingreso hospitalario hasta el final de la gestación.
Actualmente es posible realizar un cribado de preeclampsia en el primer trimestre del embarazo mediante un análisis de sangre y ecografías para estudiar una serie de factores maternos, bioquímicos y ecográficos.
En las pacientes en las que se detecta un riesgo aumentado de desarrollar esta complicación, se les recomienda la toma de ácido acetilsalicílico (aspirina) entre las 12 y las 37 semanas de embarazo. Recientemente, se han publicado estudios que demuestran que este medicamento puede prevenir el desarrollo del 80% de las preeclampsia graves y precoces, que son las que presentan más riesgo para la madre y el futuro bebé.
El tratamiento más efectivo de la preeclampsia es finalizar el embarazo. En los casos leves se inducirá el parto antes de las 37 semanas. En los graves, antes de las 34 semanas de embarazo.
¿Qué nos depara el futuro?
Ante la información de la que disponemos en la actualidad consideramos importante seguir investigando y estudiando la manera más óptima y segura de realizar las técnicas de reproducción asistida. La transferencia embrionaria es un punto relevante dentro de todo el tratamiento. Los avances en el conocimiento hacen posible ir desarrollando protocolos cada vez más fisiológicos y naturales.
Aina Borràs, especialista en medicina reproductiva de FIVclínic, y Narcís Masoller, especialista en medicina maternofetal de BCNatal y consultor en FIVclínic.
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